¿Sabías que el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, aprobado en 2011 y en vigor en 26 países, expresa que las trabajadoras del hogar deben integrarse en el Régimen General de la Seguridad Social, garantizando su protección por desempleo así como bonificaciones en el régimen de cotizaciones a la seguridad social adaptadas a su modelo laboral?
En este camino hacia vidas más sostenibles, no podemos obviar que, por un lado, dependemos de la naturaleza para obtener lo que precisamos para vivir, y por otro, la vida resulta imposible sin los cuidados que nos proporcionan otras personas. Reivindicamos, por tanto, la centralidad
y reconocimiento de las tareas de cuidados, como una responsabilidad compartida por toda la sociedad, de forma que se garantice el acceso de todas las personas a los sistemas de cuidados, así como la dignidad y condiciones de trabajo de las personas cuidadoras.
Lee sobre los casos que ya contamos en el Tribunal Popular por el Derecho a las vidas SOStenibles
La dignidad de las personas cuidadoras
La protagonista de este caso es Pilar Gil Pascual, una mujer que debido al empobrecimiento generado después de la posguerra en su tierra y motivada por la necesidad de buscar un empleo, en 1958 vino a vivir a Bilbao donde estuvo trabajando como empleada de hogar. Al principio como interna y más tarde como externa. Además ha sido militante en distintas iniciativas, y aunque ahora está jubilada, sigue activa.
Pilar encarna el caso de tantas otras que desde su condición de mujeres, cuidadoras, pobres y migradas han tenido que enfrentarse a las trabas que tanto el patriarcado como el capitalismo ponen para el ejercicio del derecho a la sostenibilidad de la vida, así como las limitaciones para desarrollar la tarea de los cuidados en condiciones de justicia y dignidad.
Se quiere denunciar también la presión que por los estereotipos de género sufren las mujeres a la hora de desarrollar trabajos de cuidado de forma gratuita y no reconocida, como es el caso de la obligación de cuidar a familiares o personas cercanas, siendo sometidas en ocasiones a chantaje emocional y culpa por parte del entorno. Entendemos que los cuidados son una responsabilidad social que todas las personas debemos asumir.
Mujeres, migradas y cuidadoras.
Muy especialmente quiere denunciarse y visibilizar las opresiones que enfrentan aquellas mujeres que además de cuidadoras han vivido un proceso migratorio, así como el racismo, la xenofobia y los prejuicios tan extendidos.
Este caso nos muestra como el no reconocimiento de las tareas de cuidado que desarrollan las mujeres, se traduce en una situación de desigualdad e injusticia tanto a nivel social, legal como económico. Por ello, queremos reivindicar y reconocer la importancia y la centralidad que tienen los trabajos relacionados con el cuidado para la sostenibilidad de la vida.
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